- No sé como ni dónde, pero acabaré con su vida un día de estos.
- No puedes matarlo.
- ¿Quien lo dice?
- Es inmortal.
- Nadie es inmortal.
- No puedes matarlo.
- ¿Quien lo dice?
- Es inmortal.
- Nadie es inmortal.
Años invertidos en planes que nunca funcionaban, pero ella continuaba intentándolo. Decía que lo hacía por el bien de todos, pero en realidad era porque sabía que uno de los debía morir, y él jugaba con ventaja. El siempre sabía donde ella se hallaba, controlaba sus acciones, regía su vida. En cambio ella, había invertido su vida en buscarle, y jamás logró hallarle. Pasaron los años, fue envejeciendo y como a todo ser humano le había llegado su turno. En pleno lecho de muerte pidió que le trajeran el viejo reloj de bolsillo de su padre. Partió el cristal con sus débiles dedos, provocándose sendos cortes que ya poca importancia tenían. Era su venganza… era lo más cerca que jamás estaría de matar al tiempo.
Por iniciativa del cuentacuentos
Genial Larefors, un micro de los que me gustan
ResponderEliminarQuizas este microrrelato sea el reverso del tuyo
http://torredelcaos.blogspot.com/2010/04/condenado.html
Un saludo, espero que te guste
Muy bueno, sí señor... Le di mil vueltas para averiguar a quién me podía cargar sin que me quedase un relato sangriento jajaja, veo que tú has dado con la clave, y te ha quedado perfecto ¡Genial!
ResponderEliminarUn saludo.
Muy, muy, muy bueno. Cortito y bien llevado. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarMe gusta! corto y transmite un montón. Creo que te voy a recomendar una vez más. genial en serio...
ResponderEliminarNo imaginé matar al tiempo con esta frase y lo has clavado.
ResponderEliminar:)
saludines
Me ha encantado tu micro Larefors, la interrelación del fin de la vida con el del tiempo transcurre fenomenal guardando hasta el último momento la identidad de ambos.
ResponderEliminarFelicidades!