lunes, 11 de octubre de 2010

Te espero.


El 29 de Octubre cumplo veintiocho años. Aunque ya lo sabes, claro.  He pensado en dar una gran fiesta, hace tiempo que no celebro nada. Las chicas se han alegrado, dicen que ya es hora de que me divierta un poco. miro al suelo, me tumbo, prefiero descansar sobre el… se que así no existe riesgo de caer… sin querer mi mente me traiciona y se pone a pensar… piensa en ti… me levanto, me voy al pasillo, siempre pensé que era la parte más impersonal de la casa… no era mas que un puente, un lugar de paso, un nexo… y hoy me encuentro susurrando tu nombre en él, y me siento vencida… te recuerdo por el rodapiés del pasillo… fue tu elección, yo elegí el suelo de tarima y tu tenías la difícil elección entre rodapiés liso o con dibujo… lo elegiste liso, siempre te gustó lo recargado, pero no iba con el resto de todas mis elecciones… llaman al timbre… es el repartidor, trae las tiritas y el millón de aspirinas que he alquilado para aquellas heridas que no curarán… encuentro un nudo en unos de mis dedos para acordarme de encender la chimenea… aunque por más que trate de recordarlo, jamás me acuerdo de que no llegamos a comprar la chimenea… observo la gotera que no para de inundar las semanas de mi calendario… no para de llover… llevo días que parecen decenios sin pisar el dormitorio… aun estás vivo dentro de el… huele a ti, tu ropa aun está impregnada de ti, la cama está tal cual la dejamos aquel domingo… te dije que mejor hubiera sido no levantarnos… me siento en el rincón del salón que aun no está repleto de fotos tuyas, la que más cerca queda es la de los equidistantes lunares de tu espalda… algunos hablan de mi y de mi manera de ser… otros de nosotros… y otros simplemente delimitan tu cuerpo…  sigo por mi peculiar paseo por dentro de mi hábitat natural y llego a la cocina… encuentro tu última lista de la compra… 150 gramos de mortadela y 274 gramos de mis besos en tu nuca… continuo andando y regreso al estudio, aun guardo nuestro peculiar diccionario de suahili, donde en la primera de todas las letras archivaba tus silencios acompañados de miradas, que decían mas que lo que te callabas… veo una nota que recuerda que até tu vida a mi tobillo izquierdo, para que nunca estuviera demasiado lejos de la mía… esta nota llega tarde… cojo un bolígrafo y escribo: “comprar un billete sin acuse de recibo para subir a cualquier medio de transporte que me lleve lejos del mundo…”. Observo el suelo, frío como la lluvia, frío tal y como yo estoy por dentro, sabes, he cambiado ahora me gusta el frío… y tengo el corazón mas negro… me tumbo… intento no olvidar que a pesar de haber querido de la manera más densa, serena, tierna e intensa… en ocasiones con el amor… no basta. Aquí te espero, sin querer molestarte… siempre tuya, tu viuda. 

Por iniciativa del cuentacuentos


viernes, 8 de octubre de 2010

No te muevas.

Cerró los ojos para tratar de parecer dormido. Ella cogió sus cosas y atravesó la puerta sin mirar atrás. Se levantó. Miró por la ventana, la veía alejarse por la calle. Encendió el ordenador, puso algo de música. Respiró profundamente. Se sirvió un vaso de whisky. Se sentó frente a la misma ventana, observando la calle. Aquella noche había llovido intensamente y todo estaba mojado, hacía frío en la calle, la ventana empañada transformaba la realidad. Se volvió a llenar el vaso. Instantáneamente el corazón le dio un vuelco. Era ella. Volvía. Se acercó a la ventana y con el puño hizo un pequeño círculo. Ella le vislumbró y echó a correr. El fue a abrir la puerta, ella llegó cual brisa de verano en un día caluroso. Se besaron, se tocaron, se abrazaron… pasaron el resto de la noche juntos, y así noche tras noche, hasta que el amor los consumió…

Abrió los ojos. El aire estaba cargado de alcohol y tabaco. No sabía cuántas horas había dormido. Se giró en su búsqueda. Ella no estaba. En su intento de no molestarla durante su cobarde huida se había quedado dormido. Se había quedado quieto viendo como se marchaba. No había hecho nada por evitarlo. Podía no ser el amor de su vida, podía no ser más que la persona que le hiciera feliz durante años, su nueva mejor amiga, o una persona de la que aprender alguna valiosa lección de la vida, pero por el miedo a equivocarse… perdió su oportunidad.